jueves, 21 de mayo de 2009

RELATOS

Bumb-bumb..bumb-bumb..bumb-bumb… Corazón latía rítmicamente cómo hacía unos meses, con la seguridad de retumbar en el vacío ya que así se sentía él.
Sabía que formaba parte del gran logro que era la vida, pero creía que no era suficiente. Se sentía sólo y desdichado y su latir se había vuelto rítmico y acompasado. Algunas tardes se asomaba a Los Ojos para admirar con lentitud la belleza del atardecer y entonces su ritmo se tornaba ligeramente más pausado…sólo ligeramente. En los últimos meses ni siquiera eso lograba acabar con su desazón, con lo cual seguía latiendo de una forma casi maquinal, ajena a él mismo.
Una tarde en que se asomó a Los Ojos para ver otro atardecer observó que a su derecha había una figura a la que jamás antes había observado. Era una pequeña semilla de color verde que apenas mantenía su propio equilibrio. Estaba recostada en la arena de la playa, balanceándose sobre sí misma, intentando inútilmente permanecer quieta y sosegada.
Corazón habló con su Única Voz, La Voz Auténtica, para saber si podía ayudar a la semilla.
La semilla le esbozó una sonrisa dándole las gracias y le dijo que ya la había ayudado más de lo que jamás pudiera imaginar. Corazón alteró su ritmo unos segundos porque no comprendía que quería decir la semilla y volvió a su lugar.
Al día siguiente al atardecer Corazón volvió a asomarse a Los Ojos y encontró a la semilla de nuevo intentando mantener el equilibrio aunque su tamaño había aumentado ligeramente. Corazón la miró pero desechó la idea de ofrecerle ayuda. Después de lo acaecido el día anterior estaba seguro que la semilla se la pediría si la necesitara. En lugar de eso intentó disfrutar del atardecer, pero tuvo que concentrarse para hacerlo. Sin darse cuenta, hacía mover a Los Ojos para observar a la semilla, y cuando esto ocurría y sus ojos se cruzaban con los de la semilla, Corazón aceleraba su ritmo casi sin darse cuenta.
Aquella noche Corazón se dijo a sí mismo que debía volver a hablar con aquella semilla porque la curiosidad le acechaba y tenerla cerca le hacía sonreír. Estuvo toda la noche alterando su ritmo cada vez que rememoraba a la graciosa semilla y encogiéndose ante la idea de volver a hablarle.
Al atardecer del día siguiente Corazón volvió a asomarse a Los Ojos y buscó a la semilla, que había crecido el doble de su tamaño pero seguía teniendo problemas con su equilibrio. Corazón volvió a hablar con su Única Voz, La Verdadera, mientras notaba cómo producía los latidos más rápidamente que en ninguna ocasión, y le preguntó a la semilla qué hacía allí cada tarde y si podía saber su nombre.
La semilla le miró a su propio centro, haciendo que Corazón casi se atragantara en sí mismo y con la voz más dulce que jamás ser viviente hubiese oído nunca le contestó:
- He venido siguiendo tu voz, Corazón. Hace muchos meses que me has estado llamando desde el fondo de tus latidos,- y saltando ágilmente cayó en los brazos de Corazón, que latió frenético y abrasante fundiéndose en un abrazo hasta que sintió que la semilla se le hundía y le traspasaba por todos y cada uno de sus poros, hasta sentirla dentro de sí mismo en su propia piel.
- No has contestado a mi otra pregunta – le dijo Corazón a la semilla que ahora crecía dentro suyo.
Corazón sintió el estremecimiento más dulce que podía soportar al escuchar de nuevo formando parte de sí la voz de la semilla :
- Amor, mi vida, ése es mi nombre.
Entonces Corazón se hinchó a la vez que notaba que Amor crecía rápidamente dentro de sí y comprendió que jamás había estado solo o vacío. En ese instante supo que su destino había sido escogido desde el principio y estuvo a punto de reventar de gozo al comprenderlo : él y Amor vivirían juntos eternamente.

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