jueves, 21 de mayo de 2009

ECOS


Siento el eco de mi voz palpitando en mi cabeza. Estoy extraña en mi propio cuerpo y no sé decir la razón. Sólo recuerdo pedazos de frases , nervios, histeria, tabaco…¿risas?

El ruido atronador de la gente aclamando mientras volvía escoltada por los pasillos.
- Necesito fumar- le he dicho a mi jefe de seguridad.
- Te acompaño, salimos por la puerta de atrás – contesta mientras me recoge la cintura con su enorme brazo .
Atravesamos infinidad de pasillos llenos de gente que clama mi nombre y a la que no veo. La nicotina concentra toda mi atención. Salimos a un callejón lleno de contenedores de basura. El aire huele a sucio pero respiro hondo para tranquilizarme y cierro los ojos. Calma…necesito calma…Mis manos buscan nerviosas el paquete de tabaco cuando la mano de mi escolta se anticipa a mis deseos. Me alarga un cigarrillo ya encendido.
- Gracias - le digo sonriendo y por un momento nos miramos a los ojos y es incómodo.
- A tus órdenes y ya sabes que no es una frase hecha- me contesta semi sonriente y con esa mirada que me vuelve loca.
La luz del callejón le perfila perfectamente los ángulos de su cara, agresiva y sexy. Tiene la mandíbula ancha y cuadrada, los labios carnosos y rojos y sostiene su cigarrillo con esas manos, enormes y fuertes que me protegen a cada paso que doy.
Le miro descaradamente con deseo. De arriba abajo y sus ojos se enclavan en los míos. Están llenos de lujuria pero me sostiene la mirada divertido y sigue fumándose su cigarro provocativa y lentamente. Lo imito y le lanzo el humo a la cara mientras me acerco muy despacio y me quedo a milímetros de su cuerpo. Sin tocarnos. La electricidad que hay entre ambos está latente, casi puedo ver las chispas saltar.
Noto su aliento en mi frente. Está caliente. Inclina la cabeza y sin tocarme resigue mi oreja, mi cuello, mi mandíbula, hasta llegar a mi boca. Me tiembla todo el cuerpo y tengo la boca seca por el deseo.
Levanto los ojos hacia los suyos que me miran a través de mí. Parece estar ausente. Quiero decir su nombre pero no estoy segura de que me salga la voz así que levanto mi mano y rozo su cara. Ambos damos un salto. Hay electricidad estática entre nosotros. Me hecho a reír.
- Vaya, ¿ eres una bruja o algo así ?
Me mira divertido y cuidadosamente me coge por la cintura, como tantas otras veces cuando tiene que llevarme a algún sitio. Pero esta vez no me siento segura. Los huesos están débiles y de repente mi cuerpo está extenuado. El deseo me ha convertido en una muñeca de trapo.
- Dios, estás tan buena…no sabes lo horrible que es trabajar para ti cada día, tocarte y olerte y no pasar de ahí.
Le cojo la cabeza entre las manos y nos miramos apenas un segundo ya que me aprieta brutalmente contra sí. Empieza a tocarme frenético todo el cuerpo suspirando guturalmente como un animal en celo. Siento su polla empalmada contra mi muslo. La rozo por encima de su pantalón y gime. Es un gemido lastimero. De repente me parece un niño pequeño. Sus dos metros de alto quedan reducidos a un gemido.
Todavía tiene mi cabeza entre sus manos y de nuevo me aprieto contra él. Busco su boca que me recibe abierta y húmeda. Su lengua me sacude la espina dorsal. Me aferro a él para no caerme al suelo, me siento gelatina.

- Dios, estás tan buena…me repite apretándome una vez más contra su cuerpo.

Le sonrió e intento zafarme un poco de su abrazo que me oprime pero lo interpreta como un juego y me aprieta todavía más. Le miro a los ojos y de nuevo descubro que mira a través de mí, que está como ausente, que no me ve. Entonces siento miedo. Un miedo que me zumba en los oídos y es terrible. Intento gritar su nombre, decirle que deje de apretarme pero no me sale la voz. Qué ironía. Me gano la vida cantando y no me sale la voz.
Me estruja de nuevo contra él, hunde su cabeza en mi pecho y me levanta del suelo. Sus gigantescos brazos se cierran como pestillos alrededor de mi cuerpo. Intento mover las piernas para darle una patada pero las fuerzas me empiezan a flaquear. Abro la boca como un pez globo en busca de aire .El zumbido de mis oídos empieza a hacerse más intenso y un dolor insoportable me explota en el pecho y me recorre la columna vertebral. Siento ganas de llorar pero noto mi cuerpo ausente, ni siquiera estoy segura de que mis ojos sean realmente míos.
- Dios mío, no sabes cuántas veces he soñado con esto…- dice Miguel con la voz corrompida por el deseo que se ha apoderado de él.
Escucho su voz que parece venir de muy lejos. Siento vértigo y un dolor indescriptible me posee y domina mi cabeza. Siento líquido recorriendo mi cuerpo que está inmóvil. Me cuesta pensar, me cuesta escuchar mis propios pensamientos. Veo la boca de Miguel acercándose a mi cuello pero ya no noto el calor de su aliento, ya no percibo sus manos ni el escalofrío en mi cuerpo…ya no siento dolor, ya ni siquiera puedo pensar con claridad, me cuesta formar las palabras y retenerlas…oigo el eco de mi propia voz retumbando en mi cabeza. Ahora solo queda el silenc………………………………………………..

No hay comentarios:

Publicar un comentario